martes, 11 de octubre de 2016



SELECCIÓN ARGENTINA: AUTOPSIA A UN MUERTO VIVIENTE

El muerto viviente está partido por la mitad. Es una suerte de collage onda The Walking Dead con pizcas furiosas de Breaking Bad y se llama Fútbol Argentino. De sus entrañas escupe otro cadáver tambaleante que responde al nombre de Selección Argentina.
Todo comenzó con un derrame cerebral que le duró poco más de tres décadas, durante las cuales tuvo fascinantes períodos de lucidez, one hit wonders, generalmente por apariciones sumamente inexplicables, tal vez provenientes de otro planeta y, casual o causalmente, identificables con el Nº 10. Si te gusta la magia, ponele que se trató de magia.
Si nos concentramos en su estructura futbolera detectamos un delirio de equilibrio. Cómo decirlo… En la mayoría de los escenarios de la vida, distribuir las cosas por su punto medio es saludable.  Pero, en el fútbol, dividir las cosas por la mitad no crea equilibrio -como acumular delanteros no garantiza goles- y solamente deriva en una lapidaria afección: el Síndrome del Equipo Partido.  
El fútbol argentino atraviesa una etapa de enamoramiento de los esquemas. Es realmente fascinante la ensalada que se produce al poner al dibujito táctico, número telefónico o como decidamos apodarlo por delante de los protagonistas, las ideas, las características del rival. Es probable que, aunque no lo sepamos, el conflicto con los "fondo buitre" haya registrado algún episodio donde se expuso si mandar a interlocutores agrupados 4-4-2 iba a dar más rédito que hacerlo 4-5-1 porque, se sabe, el efecto fútbol trasciende a su ámbito.
El fútbol argentino tiene un moretón importante: la mayoría de sus entrenadores lo están entendiendo a partir de un sistema y no de las funciones, y cuentan con aliados muy poderosos: gran parte del periodismo y gran parte de los hinchas. El periodista optó por el circo antes que el análisis y el hincha optó por divertirse con ese circo antes que debatir, sumar conocimiento, etc. Sí, hay excepciones, pero son eso, excepciones. Estamos ante la era del “mirá cómo se emociona tal periodista”, “fijate que pronosticó tal otro”, “no te pierdas al hincha que llevó tal bandera o tal trébol y seguramente fue vital en el resultado “o “¿te enteraste del tweet de la hija de Maradona contra Agüero?”. Entra y léelo.
En la autopsia se refleja la falta de dos componentes vitales para el buen funcionamiento de un cuerpo futbolero: la lógica y la empatía. Están erosionados, pero por desuso. Vayamos al episodio Córdoba, caso Paraguay.
Argentina volvió a privilegiar el esquema por sobre las características de los jugadores, el vínculo que se podía generar entre ellos y con la idea de juego y hasta soslayó las virtudes del adversario. Es un veneno que, según los datos del laboratorio, lleva el nombre genérico de 4-2-3-1. Sus componentes pueden variar, pero no las proporciones. Es 4-2-3-1. Durante un tiempo las proporciones fueron 4-4-2, pero también se registraron casos con el agregado enganche, línea de 3, etc. El tema es que todas estas drogas provocan la putrefacción del cuerpo futbolero cuando se adulteran y encima no admiten Plan B.
Vayamos al ejemplo más reciente de adulteración. Argentina intentó levantar un edificio con un albañil y 4 fabricantes de alfajores, aunque, pensándolo bien, fanáticos del monólogo quedaría mejor. O sea, mucho no tenían que ver. Pero el tema, además,y más importante, fue que estuvieron muy separados e intentaban comunicarse como si estuvieran a la distancia acorde para confiarse un secreto. Quien sabe, más cerca quizás se hubieran entendido un poco mejor… Conclusión: no se comprendieron entre ellos y no comprendió nadie.
 Banega era el único que tenía a la organización del juego entre sus recursos naturales. El tipo agarraba la pelota muchísimo más cerca de Mascherano que de Agüero, Di María, Gaitán e Higuaín y en el medio había un colchón de botellitas de Heineken rotas, porque nadie se acercaba al pobre Ever, que, de vez en cuando, se mandaba por el campito minado y le dejaba la pelota en los pies a Mercado, Demichelis o Rojo, que testeaban la altísima temperatura del balón y lO alejaban lo más que podían con futuro incierto o eran incapaces de mantenerlO en sus pies más de un segundo, como si fuera una utopía aguantar hasta divisar una buena opción de pase. La pelota, entonces, volaba hacia alguno de los de arriba, que generalmente la recibía de espaldas y era presa fácil del rival, que aplicaba el viejo truco de ser corto entre líneas o provocar superioridad númerica, y además pasaba por el campito de botellitas rotas de Heineken, pero rumbo a Romero, con tanta dificultad como quien salta una tapita de gaseosa.
El partido pedía asociación, juego, circuitos, lógica y movilidad. Argentina era individualista por naturaleza (Di María, Gaitán, Agüero, Higuaín), directo, inconexo y estático. Ninguno de los 4 más cercanos a Villar siente el rol de creativo. Sí, ocasionalmente puede integrar un proceso, pero no es el núcleo. A esta ensalada se le suma el fundamentalismo del dibujo, rígido cual estructura de metegol, con los externos tan pegados a los laterales que tapaban esas calles para Mercado y para Rojo, más allá de que esos hipotéticos suplementos ofensivos inciden más en el aspecto ofensivo por pelota parada o sorpresa que por asociación, pero imaginen si encima les reducen el margen de maniobra.
Por si fuera poco, semejante apertura potenciaba que Higuaín y Agüero fueran absorbidos en la zona de definición. Si a eso le sumamos que Banega no picaba sin pelota, que el factor sorpresa estaba minimizado por lo explicado sobre los laterales y que el hecho de que jugadores como Di María, tan cercanos a zona de resolución se ven convidados a recibir y resolver, el cuadro se tornaba irrecuperable y solo quedaba recurrir a la voluntad, que fue, bajo los seudónimos de arrebato o impulso, lo que mantuvo a Argentina en juego.

¿Cuáles son los ajustes? ¿Cambiar a los extremos de perfil es un ajuste? ¿Dónde y cómo se le agregan matices a un equipo? ¿Poner un zurdo a la derecha es una receta mágica?
Por funcionamiento y resultados, el mejor tramo de Argentina en los últimos años fue el cierre de Eliminatorias de la Era Sabella, con Di María en línea de medios, obligado a ser menos individualista por saludable cantidad de opciones de pase; con Messi sin puerto de partida definido, más Agüero e Higuaín. Llegó el debut en el Mundial y se evaporó. Se corrigió y se apostó a algo similar contra Nigeria y las lesiones boicotearon el resto de la historia. Desde entonces, Argentina no volvió a apostar a algo vinculado con eso que le dio rédito en resultado y funcionamiento.
Paraguay, en cambio, fue arriesgadamente lógico. Optó por agrupar técnica y velocidad con Rojas, Almirón, Derlis González y los hermanos Romero, pero lo hizo apostando al espacio para, así, potenciar virtudes. Y fue corto entre líneas para, así, reducir el margen de error. Y, además, tuvo en cuenta a Argentina.
Una excusa que suelen ensayar los entrenadores es el tiempo de preparación. Para mí, entendible, pero, como todo, aplicable a un contexto. Si vos tenés 5 días de laburo y el rival se conoce desde hace años y tiene una nota de calidad alta, es sumamente aceptable el argumento. Ahora bien, si tu rival está en tus mismas condiciones y no tiene tu materia prima…
Otro punto que se suele marcar es: “Él juega así en su club”, como si se tratara solamente de una transferencia geográfica. Ok, yo juego de mediocampista interno por derecha en Barcelona o Juventus o Chelsea, bajo determinada idea, rodeado por tales compañeros y se me pide tal cosa. Por ende, es lo mismo jugar así en la selección, no importa que los compañeros sean otros, que la función sea otra, que el contexto sea otro, que los rivales marquen diferente. Se trata del dibujo, del lugar, de la geografía y ni siquiera importa si allá me muevo un poquito más o un poquito menos.  Y no, son cosas muy diferentes, tan diferentes que, cuando se repiten, hasta derivan en trastornos de personalidad futbolera. Existen los cracks polifuncionales, claro que sí, pero generalmente los que juegan de todo terminan jugando de nada. Y se llaman polifuncionales porque cumplen diferentes FUNCIONES, no poligeográficos.
Otro ítem a tener en cuenta en la autopsia es la sobrevalorización o la criminalización según el resultado. Se pasa de Agüero crack a Agüero no sirve y, así, ponele el apellido que quieras. Ignorar la calidad de los jugadores de la selección argentina es absurdo y dañino como llevar sus cualidades a nivel de deidades. No podemos creer que tenemos la mejor materia prima del mundo cuando existen los alemanes, los brasileños y tantos otros, pero tampoco podemos, desde afuera y desde adentro, crear un escenario donde se los discuta y se los trate como bazofias.
Paraguay fue capaz de dañar a Argentina con lo que, a la vista, fue un esfuerzo mucho menor, pero no es otra cosa que haber sido más inteligente. No se trata de cuánto corrés, sino de para qué corrés. En este mundo dominado por palabrillas como “intensidad”, se desconoce el paradero de “claridad”. En este baldío tan preocupado por la “velocidad”, se marchita la precisión. Y que algún científico venga a demostrarme lo contrario, pero, que yo sepa, la precisión sigue siendo más importante que la velocidad. Podés ir a 500 kilómetros por hora, crack, pero si conducís mal… te estrolás y andá contar chistes con Jim Carrey. Ok, no está muerto, pero hace años que no hace reír a nadie.  Y lo más importante: se vive hablando del huevo y poco del juego. Esa es la demanda instalada.
El fútbol también es un estado de ánimo y en esta autopsia se revela que la Selección Argentina lo tiene entumecido y que no es una postura. Se le hizo pésimo subirse a esa calesita sin sortija con la canción “ser segundo es un fracaso”. Tener un nivel de exigencia alto es saludable, pero la perfección es un invento y solamente uno sale campeón.
Digamos que hasta cierto punto, no exento de ironía, puedo entender que Josecito, que a duras penas entiende la diferencia entre líbero y stopper después de que se le explique que lo segundo no es una marca de zapatillas, despotrique contra un tipo que rompió el récord de goles en una temporada en la Seria A… Ahora, que un tipo que te dice “Fue córner, compré un ají, me tiré un pedo, chilena, no entró, rabona, se desmayó, gol, lo anularon, pagaron la deuda externa, offside de Mirtha Legrand, sí, gol, golazo” como Vilouta sea capaz de descalificar a estos jugadores y escapándose del juego y hablando de billeteras y vidas privadas es un soberano mamarracho.
Pasó más de la mitad de las Eliminatorias. A quien dudara de la incidencia de Messi, la diosa estadística, a veces tan mentirosa, le dice que con la Pulga hay 100% de efectividad y, sin él, 33%. Pero la autopsia va más allá de la estructura futbolera y marca intoxicación por una gran ensalada, con Niembro en la mesa de operaciones que dejó a Selección Argentina en la pre morgue, con dirigentes más pendientes del vestido llamado Súperliga que de encontrar los remedios para el enfermo.
La Selección Argentina es un muerto viviente y quizás su estructura futbolera solamente esté así por un resfriado, por la moda de salir desabrigada, solo con el esquema puesto y sin ningún tipo de abrigo. Después, se termina buscando el objetivo con un bombero que usa la 14, que tantas veces salvó y el otro día contribuyó al incendio, y un puñado de indios o piratas como quieran llamarles o disfrazarlos en busca del tesoro del gol con un mapa de papel picado.
Y el día termina con la Selección Argentina en la sala de autopsias y el director de orquesta, Míster Equilibrio, irónicamente no haciendo pie siquiera en su discurso y hablando de los merecimientos que el mismo despreció cuando la moneda caía de su lado. Pero bueno, es la Era de la Boludez Mediática y de la batallita naval en el pizarrón. Creyeron que diciendo A 3 se hundían todos los barcos rivales.
Que vuelva Messi, que es el único que rompe los esquemas, y no lo esquemas rivales, sino los propios. Que vuelva antes de que el muerto viviente sea simplemente un muerto.

jueves, 18 de agosto de 2016

Batalla: los errores que advierto tienen que ver con los fundamentos. Si el cuerpo técnico no los labura, no habrá magia. Un arquero joven necesita un par de partidos como figura para agarrar confianza, para que los errores no se hagan costumbre y fantasmas. A Batalla se le nubla el manual y el carácter en las pelotas aéreas.

Moreira: físicamente tiene un potencial admirable. Conceptualmente, es más ofensivamente que en el plano defensivo. En la marca, aplica más la intuición que los fundamentos. Tiene la capacidad de desnivelar con pelota y de buscar el espacio sin balón. Tiene la desventaja de no tener un socio permanente que le garantice el 2-1 contra el rival de turno.

Maidana: nada que decir que no se sepa de uno de los jugadores más regulares del fútbol argentino.

Mina: el perfil invertido no es un dato menor. Te cambia la percepción del campo y los tiempos de resolución. Si a eso le sumás que la espalda a cubrir hacia la izquierda es la de un lateral que defensivamente es desatento, se complica. El ecuatoriano tiene las herramientas para esperar, para cruzar. No tiene, por ahora, capacidad de anticipo. Veo más apto a Maidana para ser segundo central y a Mina primero. En todo caso, Mina puede sobrar y Maidana tomar al delantero más peligroso del rival, como hizo con Gignac. El juego aéreo, por lo menos en defensa, luce óptimo. La salida en corto, la conducción, es un aspecto que deberá mejorar.

Casco: para mí, el único rasgo positivo constante que aporta es la velocidad. Conceptualmente, suele pasar la línea de la pelota y del volante que juega por delante suyo de formas y en tiempos no adecuados. En defensa, mira más a la pelota que a su rival. Suele caer detrás del central y habilitar.

Ponzio: me gustó como jugó, sobre todo en la simpleza para repartir el juego, detalle en el cual suele ser deficitario. En el ST, sintió el cansancio. Resolvió por ubicación. Le sentó bien la poca movilidad de Pérez y esconderse como tercer central ante la incapacidad de quite de sus compañeros del mediocampo. Que no haya ido a presionar a cualquier lado es un buen indicio.

Fernández: asumió la conducción con sentido e incidió en el juego con la cancha de frente. Cuando se movió hacia la derecha de Ponzio, la raya lo limitó y lo expuso físicamente. No tiene capacidad de roce y retroceder con perfil invertido lo expone y perjudica a Moreira. Ofensivamente, creo que no llegó al área rival por un tema de resto.

Martínez: es el único jugador del mediocampo en condiciones de sacarse un hombre de encima. Juega a una velocidad superior a la de Fernández y D'Alessandro y cuando desnivela no tiene compañía. El hecho de que Driussi sea el acompañante de Alario le resta importancia a su capacidad de desborde, porque River no llega con la suficiente cantidad de jugadores al área rival.

D'Alessandro: dudar de su capacidad (más allá de que a algunos les haya parecido un crack y a otros un muy buen jugador, que no es lo mismo), es una locura. El punto es que el ritmo de los partidos, las características de los rivales que lo marcan y la función y los lugares que le pide ocupar el entrenador, son un combo que conspira contra los destellos de calidad que le quedan. Podrá hacer muy buenos partidos en ciertos contextos, pero pretender que sea un jugador desequilibrante de manera constante está cercano a la utopía.

Driussi: lo mejor se vio cuando salió para asociarse y encontró la posibilidad de remate. Punto. El hecho de no tener un volante que cambie el ritmo por el centro y depender de Moreira como nexo por derecha le quita chances de incidir en el juego. No es un jugador rápido, por ende, necesita que cambien el ritmo antes de que la pelota llegue a él.

Alario: sufre como ningún otro no solo el diseño, sino la idea y las características de los que intentan ejecutar ese plan. Es un jugador de manual, de fundamento puro, que cuando pudo controlar la pelota, resolvió bien. Ahora, Alario no es Palermo para tirarle 50 pelotazos por partido. Y Alario necesita del pase filtrado y el centro. Puede asociarse, claro está, pero todo lo mencionado lo desgasta. Alario necesita un compañero en su línea, sea para que éste lo nutra o para que Lucas arrastre marcas y fabrique huecos para los demás.


Aspectos colectivos.

River tiene 4 diestros naturales en defensa. Cuando el rival cambia de frente, el equipo lo sufre. Lo sufre también en la salida. Más allá de la capacidad de Casco para manejar la zurda, generalmente se pierde un tiempo cuando la salida es de derecha hacia izquierda. Cuando un central diestro es segundo zaguero, anuncia su resolución, caso Mina. Cuando un central zurdo conduce, caso Ramiro, no denuncia su intención. Puede conducir, puede cambiar de frente, puede lanzar un pelotazo frontal sin hacer un movimiento brusco, torpe. Es muy simple: el perfil te brinda un menú más amplio de opciones y te baja el grado de dificultad.

River es un equipo con solamente dos titulares capaces de sacarse un hombre de encima en velocidad: uno es Martínez y el otro es Moreira. El paraguayo juega demasiado lejos del arco como para que ese recurso sea una llave para abrir partidos de manera habitual. Y Martínez necesita de opciones de descarga para que esa capacidad de gambeta no muera en la intrascendencia. Un día, fabricará un chiche en una baldosa y la clavará al ángulo. Otro día, la mandará a la tribuna o la perderá. La foto que hay que ver es dónde están los compañeros cuando Martínez la agarra. Cuántos hay en el área, cuántos rompen línea sin pelota, cuántos se acercan.

Si Rossi le gana el puesto a Ponzio y Gallardo insiste con el formato y los nombres, River formará con 4 zurdos en el medio. No hay nada que no pueda trabajarse, pero insisto con el problema de los perfiles y con la ausencia de determinadas características. El equipo queda tuerto, se anuncia, avisa por dónde va, demora sus tiempos de resolución. La similitud de características en el mediocampo, más Driussi, provoca que River sea un equipo que dependa en exceso de la precisión en corto, como en esa jugada que define Martínez de media distancia tras varios pases. River no tiene las herramientas para jugar con dos delanteros contra centrales rivales para ganar en velocidad. No tiene esa ruta sencilla, ese juego directo. No tiene las alternativas para jugar un aclarado (armar sobre un sector y volcar el juego hacia el otro, como cuando Messi era extremo en Barcelona, o Robben en el Bayern). D'Alessandro y Andrade suelen recostarse sobre el lado ciego de la maniobra, pero tampoco son especialistas.

Ponzio tendrá muchos problemas si alguien no le hace sombra a la salida rival y River deberá estar atento a las características defensivas y edad de sus mediocampistas. Ponzio y D'Alessandro tienen poco en la batería y Fernández no es un jugador de gran stamina. Si River pierde la pelota y corre detrás de ella, lo va a sentir no solo en ese partido, sino en el transcurso de una temporada.

Será una aventura el tema de la presión. Gallardo deberá tatuarles a estos jugadores el compromiso que tuvieron Pisculichi, Mora y Teo en aquellos primeros partidos de su mandato. La reducción de espacios es la opción que impone la lógica, pero las características de los laterales tampoco aseguran que sea un plan mucho mejor.

Me parecieron lógicos los ingresos de Mora y Andrade y las salidas de Driussi y D'Alessandro. Creo que River necesitaba a Mayada en los últimos minutos, por características del rival, momento del partido y momento físico de Santa Fe, que viene de jugar la Suruga, pero el factor altura no se puede ignorar.

A la idea, le veo cosas buenas y malas, como a cualquiera. Gallardo realizó el diagnóstico correcto, que es recuperar el juego, la circulación. Los equipos se encuentran o se caen con el transcurso de los partidos. No se puede sentenciar ni en uno, ni e0n dos, ni en tres. El conocimiento, la empatía y los resultados son puntos a tener en cuenta ante la histeria reinante. Me dirán que River juega mal hace rato. Y les diré claro que sí, que juega muy mal hace rato. Pero hay que entender que este semestre comenzó otra historia, otra apuesta, con otro tipo de jugadores, con otra personalidad, etc.

Creo que el principal problema de River no es de individualidades, aunque está lejos de tener un plantel de estrellas, sino del flaco menú de variantes. La ausencia de un mediocampista por derecha natural y pensante. La ausencia de un delantero con desborde. La ausencia de un central zurdo. La ausencia de un enlace que pueda aportar gol cada dos o tres partidos. Gallardo es un tipo que cambia, y eso es muy bueno. Acierta y se equivoca, como todos, pero no se muere en un plan A. Su desafío será encontrar a tiempo quiénes son los 11 que mejor se relacionan entre ellos y con la idea, y ver si la idea original necesita matices o transformaciones, más allá de currículum vitae del jugador en cuestión.


Batalla: los errores que advierto tienen que ver con los fundamentos. Si el cuerpo técnico no los labura, no habrá magia. Un arquero joven necesita un par de partidos como figura para agarrar confianza, para que los errores no se hagan costumbre y fantasmas. A Batalla se le nubla el manual y el carácter en las pelotas aéreas.

Moreira: físicamente tiene un potencial admirable. Conceptualmente, es más ofensivamente que en el plano defensivo. En la marca, aplica más la intuición que los fundamentos. Tiene la capacidad de desnivelar con pelota y de buscar el espacio sin balón. Tiene la desventaja de no tener un socio permanente que le garantice el 2-1 contra el rival de turno.

Maidana: nada que decir que no se sepa de uno de los jugadores más regulares del fútbol argentino.

Mina: el perfil invertido no es un dato menor. Te cambia la percepción del campo y los tiempos de resolución. Si a eso le sumás que la espalda a cubrir hacia la izquierda es la de un lateral que defensivamente es desatento, se complica. El ecuatoriano tiene las herramientas para esperar, para cruzar. No tiene, por ahora, capacidad de anticipo. Veo más apto a Maidana para ser segundo central y a Mina primero. En todo caso, Mina puede sobrar y Maidana tomar al delantero más peligroso del rival, como hizo con Gignac. El juego aéreo, por lo menos en defensa, luce óptimo. La salida en corto, la conducción, es un aspecto que deberá mejorar.

Casco: para mí, el único rasgo positivo constante que aporta es la velocidad. Conceptualmente, suele pasar la línea de la pelota y del volante que juega por delante suyo de formas y en tiempos no adecuados. En defensa, mira más a la pelota que a su rival. Suele caer detrás del central y habilitar.

Ponzio: me gustó como jugó, sobre todo en la simpleza para repartir el juego, detalle en el cual suele ser deficitario. En el ST, sintió el cansancio. Resolvió por ubicación. Le sentó bien la poca movilidad de Pérez y esconderse como tercer central ante la incapacidad de quite de sus compañeros del mediocampo. Que no haya ido a presionar a cualquier lado es un buen indicio.

Fernández: asumió la conducción con sentido e incidió en el juego con la cancha de frente. Cuando se movió hacia la derecha de Ponzio, la raya lo limitó y lo expuso físicamente. No tiene capacidad de roce y retroceder con perfil invertido lo expone y perjudica a Moreira. Ofensivamente, creo que no llegó al área rival por un tema de resto.

Martínez: es el único jugador del mediocampo en condiciones de sacarse un hombre de encima. Juega a una velocidad superior a de Fernández y D'Alessandro y cuando desnivela no tiene compañía. El hecho de que Driussi sea el acompañante de Alario le resta importancia a su capacidad de desborde, porque River no llega con la suficiente cantidad de jugadores al área rival.

D'Alessandro: dudar de su capacidad (más allá de que a algunos les haya parecido un crack y a otros un muy buen jugador, que no es lo mismo), es una locura. El punto es que el ritmo de los partidos, las características de los rivales que lo marcan y la función y los lugares que le pide ocupar el entrenador, son un combo que conspira contra los destellos de calidad que le quedan. Podrá hacer muy buenos partidos en ciertos contextos, pero pretender que sea un jugador desequilibrante de manera constante está cercano a la utopía.

Driussi: lo mejor se vio cuando salió para asociarse y encontró la posibilidad de remate. Punto. El hecho de no tener un volante que cambie el ritmo por el centro y depender de Moreira como nexo por derecha le quita chances de incidir en el juego. No es un jugador rápido, por ende, necesita que cambien el ritmo antes de que la pelota llegue a él.

Alario: sufre como ningún otro no solo el diseño, sino la idea y las características de los que interpretan esa idea. Es un jugador de manual, de fundamento puro, que cuando pudo controlar la pelota, resolvió bien. Ahora, Alario no es Palermo para tirarle 50 pelotas por partido. Y Alario necesita del pase filtrado y el centro. Puede asociarse, claro está, pero todo lo mencionado lo desgasta. Alario necesita un compañero en su línea, sea para que éste lo nutra o para que Lucas arrastre marcas.


Aspectos colectivos.

River tiene 4 diestros en defensa. Cuando el rival cambia de frente, el equipo lo sufre. Lo sufre también en la salida. Más allá de la capacidad de Casco para manejar la zurda, generalmente se pierde un tiempo cuando la salida es de derecha hacia izquierda. Cuando un central diestro es segundo zaguero, anuncia su resolución, caso Mina. Cuando un central zurdo conduce, caso Ramiro, no denuncia su intención. Puede conducir, puede cambiar de frente, puede lanzar un pelotazo frontal sin hacer un movimiento brusco, torpe. Es muy simple: el perfil te brinda un menú más amplio de opciones y te baja el grado de dificultad.

River es un equipo con solamente dos titulares capaces de sacarse un hombre de encima en velocidad: uno es Martínez y el otro es Moreira. El paraguayo juega demasiado lejos del arco como para que ese recurso sea una llave para abrir partido de manera habitual. Y Martínez necesita de opciones de descarga para que esa capacidad de gambeta no muera en la intrascendencia. Un día, fabricará un chiche en una baldosa y la clavará al ángulo. Otro día, la mandará a la tribuna o la perderá. La foto que hay que ver es dónde están los compañeros cuando Martínez la agarra. Cuántos hay en el área, cuántos rompen línea sin pelota, cuántos se acercan.

Si Rossi le gana el puesto a Ponzio y Gallardo insiste con el formato y los nombres, River formará con 4 zurdos en el medio. No hay nada que no pueda trabajarse, pero insisto con el problema de los perfiles y con la ausencia de determinadas características. El equipo queda tuerto, se anuncia, avisa por dónde va, demora sus tiempos de resolución. La similitud de características en el mediocampo, más Driussi, provoca que River sea un equipo que dependa en exceso de la precisión en corto. No tiene las herramientas para jugar con dos delanteros contra centrales rivales para ganar en velocidad. No tiene las alternativas para jugar un aclarado (armar sobre un sector y volcar el juego hacia el otro, como cuando Messi era extremo en Barcelona, o Robben en el Bayern). D'Alessandro y Andrade suelen recostarse sobre el lado ciego de la maniobra, pero una cosa es recurso y otra sistema.

Ponzio tendrá muchos problemas si alguien no le hace sombra a la salida rival y River deberá estar atento a las características defensivas y edad de sus mediocampistas. Ponzio y D'Alessandro tienen poco en la batería y Fernández no es un jugador de gran stamina. Si River pierde la pelota y corre detrás de ella, lo va a sentir no solo en ese partido, sino en el transcurso de una temporada.

Será una aventura el tema de la presión. Gallardo deberá tatuarles a estos jugadores el compromiso que tuvieron Pisculichi, Mora y Teo en aquellos primeros partidos de su mandato. La reducción de espacios es la opción que impone la lógica, pero las características de los laterales tampoco aseguran que sea un plan mucho mejor.

Me parecieron lógicos los ingresos de Mora y Andrade y las salidas de Driussi y D'Alessandro. Creo que River necesitaba un Mayada en los últimos minutos, por características del rival, momento del partido y momento físico de Santa Fe, que viene de jugar la Suruga.

A la idea, le veo cosas buenas y malas, como a cualquiera. Los equipos se encuentran o se caen con el transcurso de los partidos. No se puede sentenciar ni en uno, ni en dos, ni en tres. El conocimiento, la empatía y los resultados son puntos a tener en cuenta en la histeria reinante. Me podrían decir que River juega mal hace rato. Y les diré claro que sí. Pero hay que entender que este semestre comenzó otra historia, otra apuesta, con otro tipo de jugadores, con otra personalidad, etc.

Creo que el principal problema de River no es de individualidades, aunque está lejos de tener un plantel de estrellas, sino del flaco menú de variantes. La ausencia de un mediocampista por derecha natural y pensante. La ausencia de un delantero con desborde. La ausencia de un central zurdo. Gallardo es un tipo que cambia, y eso es muy bueno. Acierta y se equivoca, como todos. Su desafío será encontrar a tiempo quiénes son los 11 que mejor se relacionan entre ellos y con la idea, más allá de currículum vitae del jugador en cuestión.


miércoles, 17 de agosto de 2016

A LA GENERACIÓN ETERNA

Yo no me voy a olvidar de Guillermo Vecchio, aunque para algunos sea mala palabra, porque fue el primero que les hizo creer, buscar y descubrir lo que podían dar.
Yo no me voy a olvidar de Gabriel Riofrío, porque sigue jugando con éstos chicos en los sueños, porque ellos nunca dejan de soñar, nunca dejan de jugar, nunca dejan de ser equipo.
Yo no me voy a olvidar de la volcada de Chapu sobre Garnett, porque ese día la risa mató al miedo.
Yo no me voy a olvidar de la lesión de Manu ni de los árbitros en la final, porque ese día les enseñaron y nos enseñaron que no hay camino sin piedras.
Yo no me voy a olvidar de Herrmann como superhéroe invitado. No me voy a olvidar de que Walter, el ser humano, resucitó dos veces.
Yo no me voy a olvidar del tiro de Chapu contra España, porque ese día nació el tiro contra Brasil.
Yo no me voy a olvidar de Delfino y sus siete operaciones. Ni de saberlo encerrado en una habitación sin luz. Solo así recordaré cuánto iluminó su sonrisa la noche que volvió.
Yo probablemente me olvide del diente horrible de Oberto, pero no de su dedo roto.
Yo no me voy a olvidar de lo que hicieron por sus compañeros, por quienes se sumaron con el tiempo, por sus colegas y por los que todavía ni siquiera empezaron a jugar.
No me voy a olvidar de Scola y su lección gratuita de valores y periodismo al diario Olé.
Probablemente, alguna vez me olvide o me confunda si ganaron una dorada, una plateada, quién de ellos jugó en la NBA, el nombre de sus rivales o hasta el color de la camiseta. Es más, cuando mis nietos me pidan que les cuente sobre las victorias contra Estados Unidos, probablemente les pregunte si eso realmente sucedió y les pida pruebas irrefutables. De todo lo demás, yo no me voy a olvidar, porque no está en mi memoria... Está en mi alma. Y lo que se lleva en el alma no siempre se dice, pero siempre se siente. Yo no me voy a olvidar ni con Alzheimer, porque los reconocerá mi corazón.

Selección Argentina de Básquetbol (199yAlma-Eternidad).