Batalla: los errores que advierto tienen que ver con los fundamentos. Si el cuerpo técnico no los labura, no habrá magia. Un arquero joven necesita un par de partidos como figura para agarrar confianza, para que los errores no se hagan costumbre y fantasmas. A Batalla se le nubla el manual y el carácter en las pelotas aéreas.
Moreira: físicamente tiene un potencial admirable. Conceptualmente, es más ofensivamente que en el plano defensivo. En la marca, aplica más la intuición que los fundamentos. Tiene la capacidad de desnivelar con pelota y de buscar el espacio sin balón. Tiene la desventaja de no tener un socio permanente que le garantice el 2-1 contra el rival de turno.
Maidana: nada que decir que no se sepa de uno de los jugadores más regulares del fútbol argentino.
Mina: el perfil invertido no es un dato menor. Te cambia la percepción del campo y los tiempos de resolución. Si a eso le sumás que la espalda a cubrir hacia la izquierda es la de un lateral que defensivamente es desatento, se complica. El ecuatoriano tiene las herramientas para esperar, para cruzar. No tiene, por ahora, capacidad de anticipo. Veo más apto a Maidana para ser segundo central y a Mina primero. En todo caso, Mina puede sobrar y Maidana tomar al delantero más peligroso del rival, como hizo con Gignac. El juego aéreo, por lo menos en defensa, luce óptimo. La salida en corto, la conducción, es un aspecto que deberá mejorar.
Casco: para mí, el único rasgo positivo constante que aporta es la velocidad. Conceptualmente, suele pasar la línea de la pelota y del volante que juega por delante suyo de formas y en tiempos no adecuados. En defensa, mira más a la pelota que a su rival. Suele caer detrás del central y habilitar.
Ponzio: me gustó como jugó, sobre todo en la simpleza para repartir el juego, detalle en el cual suele ser deficitario. En el ST, sintió el cansancio. Resolvió por ubicación. Le sentó bien la poca movilidad de Pérez y esconderse como tercer central ante la incapacidad de quite de sus compañeros del mediocampo. Que no haya ido a presionar a cualquier lado es un buen indicio.
Fernández: asumió la conducción con sentido e incidió en el juego con la cancha de frente. Cuando se movió hacia la derecha de Ponzio, la raya lo limitó y lo expuso físicamente. No tiene capacidad de roce y retroceder con perfil invertido lo expone y perjudica a Moreira. Ofensivamente, creo que no llegó al área rival por un tema de resto.
Martínez: es el único jugador del mediocampo en condiciones de sacarse un hombre de encima. Juega a una velocidad superior a la de Fernández y D'Alessandro y cuando desnivela no tiene compañía. El hecho de que Driussi sea el acompañante de Alario le resta importancia a su capacidad de desborde, porque River no llega con la suficiente cantidad de jugadores al área rival.
D'Alessandro: dudar de su capacidad (más allá de que a algunos les haya parecido un crack y a otros un muy buen jugador, que no es lo mismo), es una locura. El punto es que el ritmo de los partidos, las características de los rivales que lo marcan y la función y los lugares que le pide ocupar el entrenador, son un combo que conspira contra los destellos de calidad que le quedan. Podrá hacer muy buenos partidos en ciertos contextos, pero pretender que sea un jugador desequilibrante de manera constante está cercano a la utopía.
Driussi: lo mejor se vio cuando salió para asociarse y encontró la posibilidad de remate. Punto. El hecho de no tener un volante que cambie el ritmo por el centro y depender de Moreira como nexo por derecha le quita chances de incidir en el juego. No es un jugador rápido, por ende, necesita que cambien el ritmo antes de que la pelota llegue a él.
Alario: sufre como ningún otro no solo el diseño, sino la idea y las características de los que intentan ejecutar ese plan. Es un jugador de manual, de fundamento puro, que cuando pudo controlar la pelota, resolvió bien. Ahora, Alario no es Palermo para tirarle 50 pelotazos por partido. Y Alario necesita del pase filtrado y el centro. Puede asociarse, claro está, pero todo lo mencionado lo desgasta. Alario necesita un compañero en su línea, sea para que éste lo nutra o para que Lucas arrastre marcas y fabrique huecos para los demás.
Aspectos colectivos.
River tiene 4 diestros naturales en defensa. Cuando el rival cambia de frente, el equipo lo sufre. Lo sufre también en la salida. Más allá de la capacidad de Casco para manejar la zurda, generalmente se pierde un tiempo cuando la salida es de derecha hacia izquierda. Cuando un central diestro es segundo zaguero, anuncia su resolución, caso Mina. Cuando un central zurdo conduce, caso Ramiro, no denuncia su intención. Puede conducir, puede cambiar de frente, puede lanzar un pelotazo frontal sin hacer un movimiento brusco, torpe. Es muy simple: el perfil te brinda un menú más amplio de opciones y te baja el grado de dificultad.
River es un equipo con solamente dos titulares capaces de sacarse un hombre de encima en velocidad: uno es Martínez y el otro es Moreira. El paraguayo juega demasiado lejos del arco como para que ese recurso sea una llave para abrir partidos de manera habitual. Y Martínez necesita de opciones de descarga para que esa capacidad de gambeta no muera en la intrascendencia. Un día, fabricará un chiche en una baldosa y la clavará al ángulo. Otro día, la mandará a la tribuna o la perderá. La foto que hay que ver es dónde están los compañeros cuando Martínez la agarra. Cuántos hay en el área, cuántos rompen línea sin pelota, cuántos se acercan.
Si Rossi le gana el puesto a Ponzio y Gallardo insiste con el formato y los nombres, River formará con 4 zurdos en el medio. No hay nada que no pueda trabajarse, pero insisto con el problema de los perfiles y con la ausencia de determinadas características. El equipo queda tuerto, se anuncia, avisa por dónde va, demora sus tiempos de resolución. La similitud de características en el mediocampo, más Driussi, provoca que River sea un equipo que dependa en exceso de la precisión en corto, como en esa jugada que define Martínez de media distancia tras varios pases. River no tiene las herramientas para jugar con dos delanteros contra centrales rivales para ganar en velocidad. No tiene esa ruta sencilla, ese juego directo. No tiene las alternativas para jugar un aclarado (armar sobre un sector y volcar el juego hacia el otro, como cuando Messi era extremo en Barcelona, o Robben en el Bayern). D'Alessandro y Andrade suelen recostarse sobre el lado ciego de la maniobra, pero tampoco son especialistas.
Ponzio tendrá muchos problemas si alguien no le hace sombra a la salida rival y River deberá estar atento a las características defensivas y edad de sus mediocampistas. Ponzio y D'Alessandro tienen poco en la batería y Fernández no es un jugador de gran stamina. Si River pierde la pelota y corre detrás de ella, lo va a sentir no solo en ese partido, sino en el transcurso de una temporada.
Será una aventura el tema de la presión. Gallardo deberá tatuarles a estos jugadores el compromiso que tuvieron Pisculichi, Mora y Teo en aquellos primeros partidos de su mandato. La reducción de espacios es la opción que impone la lógica, pero las características de los laterales tampoco aseguran que sea un plan mucho mejor.
Me parecieron lógicos los ingresos de Mora y Andrade y las salidas de Driussi y D'Alessandro. Creo que River necesitaba a Mayada en los últimos minutos, por características del rival, momento del partido y momento físico de Santa Fe, que viene de jugar la Suruga, pero el factor altura no se puede ignorar.
A la idea, le veo cosas buenas y malas, como a cualquiera. Gallardo realizó el diagnóstico correcto, que es recuperar el juego, la circulación. Los equipos se encuentran o se caen con el transcurso de los partidos. No se puede sentenciar ni en uno, ni e0n dos, ni en tres. El conocimiento, la empatía y los resultados son puntos a tener en cuenta ante la histeria reinante. Me dirán que River juega mal hace rato. Y les diré claro que sí, que juega muy mal hace rato. Pero hay que entender que este semestre comenzó otra historia, otra apuesta, con otro tipo de jugadores, con otra personalidad, etc.
Creo que el principal problema de River no es de individualidades, aunque está lejos de tener un plantel de estrellas, sino del flaco menú de variantes. La ausencia de un mediocampista por derecha natural y pensante. La ausencia de un delantero con desborde. La ausencia de un central zurdo. La ausencia de un enlace que pueda aportar gol cada dos o tres partidos. Gallardo es un tipo que cambia, y eso es muy bueno. Acierta y se equivoca, como todos, pero no se muere en un plan A. Su desafío será encontrar a tiempo quiénes son los 11 que mejor se relacionan entre ellos y con la idea, y ver si la idea original necesita matices o transformaciones, más allá de currículum vitae del jugador en cuestión.
jueves, 18 de agosto de 2016
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